La escritora española María Dueñas, autora del bestseller El tiempo entre costuras (2009) y su secuela Sira (2021), además de otras tres novelas, es una gran apasionada de la historia del Estrecho de Gibraltar, especialmente en la época de la II Guerra Mundial, que ha plasmado en estos dos libros. Dueñas, que visitó el Peñón como ponente de un curso de la UNED sobre los espías en esa época, explicó su fascinación por este momento histórico en el Estrecho y sus raíces con la orilla sur, donde se forjaron buena parte de sus memorias familiares durante varias décadas.
“De la época de la II Guerra Mundial me atrae todo. Esta época y este contexto es una mezcla de países, de gente, de intereses y de políticas que cambiaron el mundo en cierta forma. Y, a partir de la II Guerra Mundial, todo se desencadena y el mundo surge no sé si con un nuevo orden, pero sí con unos planteamientos vitales distintos”, aseguró en entrevista con el Chronicle.
Porque, para Dueñas, el Estrecho de Gibraltar es “un punto donde confluyeron exactamente todos: los españoles; los ingleses; los alemanes intentándolo; Marruecos con Francia ejerciendo su influencia…”. Era, afirmó la escritora, “una pequeña zona del mundo con una vida muy, muy intensa”.

Dueñas recordó cómo el hecho de que España perdiera el poder sobre la ciudad de Tánger, que fue administrada por un Estatuto Internacional entre 1925 y 1956, supuso un importante revés político para el gobierno español, pero además estableció “un nuevo tablero de juego en el norte de Marruecos frente al Estrecho, con una intensísima actividad de espionaje español, británico, francés y alemán”.
Memoria familiar
Justo en ese Marruecos convulso y repartido, se encuentra buena parte de la memoria familiar de Dueñas. “Mi contacto con el Estrecho es más desde la orilla sur”, explicó al Chronicle. “Mi madre nació en Tetuán y mi abuelo llegó en el año 1924, al principio del Protectorado, y estuvieron allí hasta el 1957, después de la Independencia de Marruecos (1956). Tres décadas por lo menos. Así que todas las memorias que ellos tenían eran de este mundo”.
Por eso, ella recuerda que su madre siempre les hablaba en casa “de su familia, de su colegio, de lo que comía, de a qué jugaba. Todo pasaba por Marruecos, por el Protectorado, por África, por Tetuán y un poco en Tánger también”. Esos recuerdos familiares, de amigos y de su propia experiencia, “sigo yendo mucho allí, lo conozco bastante bien su presente y, casi mejor, su pasado” dice, han sido los mimbres con los que ha tejido la intensa emoción que aporta al relato histórico de la vida de las y los espías antes y durante la II Guerra Mundial en esta zona.
Dueñas admite que tanto El tiempo entre costuras como Sira “contienen mucho afecto personal. Yo hago mucha documentación antes de escribir todas las novelas, e intento que sea de dos tipos: una, lo que me cuentan los libros, los artículos académicos, los especialistas, la prensa de la época. Y por otro lado, utilizo la memoria sentimental, que queda también. Memorias privadas de personas mayores que, aunque ya son muy viejitos, todavía quedan. Ayer estuve con mi tía Estrella, la hermana mayor de mi madre, y todavía recuerda muchos momentos de entonces”.
Esas memorias “tremendamente vivas” le sirvieron para conectar con miles de lectores y popularizar en España la historia posterior a la guerra del Rif. Porque María Dueñas se siente “una privilegiada depositaria de aquellos recuerdos, que se van perdiendo, y queda muy poca memoria viva. Por eso pensé que me gustaría recuperarla”.
Personajes reales
Junto a ese factor humano, estaba el de los personajes históricos, reales. “Enseguida me saltaron a la cara el militar y político Juan Luis Beigbeder y la espía inglesa Rosalinda Fox. Beigbeder era muy culto, carismático, pero impredecible en sus comportamientos. A Rosalinda Fox la conoció en Embajada de Berlín y se reencontraron en Tánger”.
Fox, hija de la alta sociedad colonial, tuvo un matrimonio desgraciado y su marido la envió de vuelta a Occidente con su hijo pequeño. “Entonces, empezó a convertirse en una trotamundos de la alta sociedad británica, refinada y elegante, pero sin dinero. Una de las mejores oportunidades que se le presentó fue que la mantuviese Beigbeder, nombrado ministro de Exteriores en 1939, tras la guerra, por Serrano Suñer”.
Cuando estalla la II Guerra Mundial, Serrano Suñer inicia una campaña sistemática de acoso y derribo contra Beigbeder, que al final es destituido en abril de 1940. No obstante, el ya exministro de Asuntos Exteriores Beigbeder continuó su relación con Rosalinda Fox, quien siempre intentó convencerle de que España debía estar al lado de las potencias aliadas y no de las del Eje.
Al descubrir a estos dos personajes reales, Dueñas afirma que tuvo la “tentación de escribir una novela histórica sobre ambos. Rosalinda Fox escribió sus memorias en Guadarranque -donde vivió la última parte de sus días- y en ellas cuenta su vida, pero se sospecha que algunas cosas son ciertas y otras no. Estuvo metida en mil jaleos, pero es cierto que Fox siguió empujando para que Beigbeder, ministro de Franco en la España fervorosa del Eje, se volcase a favor de los aliados”.
En cuanto a Beigbeder, Dueñas asegura que “hay unas memorias de él que no quieren publicar y otra información muy desperdigada. Por eso me daba apuro invadirles la vida a ambos y crearles lagunas con mi propia infomación, así que decidí escribir una novela de otro tipo”.
En ese punto, aparece Sira, que se adentra en el mundo del espionaje, narra la historia de ambos, aglutina muchos recuerdos de María Dueñas y explica cuán importante resultó el Estrecho durante la II Guerra Mundial. Un universo en el que Gibraltar también es una localización importante, donde la protagonista viaja a por telas para su taller de costura, donde se casa con su amado y donde vuelve al final de la segunda novela.
Mucho han cambiado también las cosas en las fronteras del Estrecho desde aquella época, pero a María Dueñas también le han impactado las imágenes de los fallecidos en el último asalto a la valla de Melilla y considera que “en el Estrecho no podemos seguir viendo la muerte de gente joven de esta manera. No sé cuál es la solución, no sé qué es lo que hay que hacer, pero ha de hacerse algo al respecto, porque no podemos resignarnos a que esto siga ocurriendo”.