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Jimena Fer: “Las editoriales reciben más manuscritos de hombres que de mujeres”

Jimena Fer
La coach editorial Jimena Fer, en su estudio de trabajo.

Quienes tienen el privilegio de conocer a la editora y lectora editorial Jimena Fer saben que es un valioso y raro diamante en este mundo loco. Domina como nadie el mundo editorial, pero sobre todo sabe -y mucho- de narrativa, de novela, de literatura. Esta pasión la une con otra, la enseñanza. Guiada por esas dos pasiones ha emprendido un camino propio tras 17 años trabajando para las grandes editoriales españolas. Estamos de suerte con esta decisión suya, porque lo que Jimena es capaz de enseñar sobre técnicas y herramientas narrativas está al alcance de muy pocos eruditos. Este proyecto original y diferente que ha puesto en pie tiene ya una legión de seguidores en las redes sociales (@jimenaferlibro), en su blog y ahora también en sus cursos. Así ve Jimena Fer el panorama literario actual en España. 

Pregunta.- ¿Cómo llega Jimena Fer al mundo editorial?

Respuesta.- El destino me buscó. Yo contraje una enfermedad crónica y ya no podía trabajar en lo que hacía y tenía que encontrar algo para sostenerme. Una amiga me dijo ‘a ti que te gusta tanto leer, ¿por qué no lees para editoriales?’. Y me fui a Círculo de Lectores, donde estaba Silvia Sesé y empecé con ella. De allí me fueron recomendando y fui pasando de editorial a editorial, a principios de los 2000. No tenía pensado dedicarme a esto. 

P.- ¿Cómo es la experiencia de leer para editoriales?

R.- El mundo editorial tiene un 70 por ciento de colaboradores externos. Es muy duro, las condiciones son duras, los editores no suelen estar capacitados para manejar laboralmente a los colaboradores externos y las condiciones económicas no son buenas. El trabajo es muy laborioso, porque hay que leer muchas cosas muy malas y tienes que justificar y explicar todo fehaciente y profundamente. Pero de repente llega algo que vale la pena y eso enamora. Todos los editores trabajan para descubrir aquel manuscrito que no te puedes perder. Eso es lo que te llena. Las secretarias editoriales son una especie aparte también, porque ellas se quedan muchos años en el puesto, aunque los editores cambien. El mundo editorial es muy profesional y sabe lo que funciona en el mercado, pero también hay mucho miedo, igual que en el resto del ámbito cultural.

P.- ¿Por qué se desconoce tanto el ámbito editorial? 

R.- Porque la cultura, lamentablemente, en Europa y Estados Unidos también, es una cuestión de poder. En esta estructura vertical existe la idea de la cultura para los elegidos, que es un mito de hace siglos. Y, desde ese sentido, es muy difícil dar con un buen libro. Pero el editor ha de quedar bien con todo el mundo, porque no sabes quién ni cuándo te traerá el próximo hallazgo. Y todo eso requiere manejar autores, buenas relaciones públicas y políticas determinadas, porque los buenos libros no caen de los árboles. Esta cultura de los elegidos le va bien a muchos egos, a los que se alimentan de esos egos y hay poquísima humildad y mucho silencio. Lo comparo con El Vaticano. 

P.- Y mucha competencia.

R.- Siempre la ha habido, pero más o menos son siempre los mismos. Es difícil que una editorial pequeña permanezca, pero las hay muy buenas, como Ediciones Al Revés, El Rayo Verde, Contexto, Nórdica, Impedimento y muchas que surgen. Sin embargo, el negocio editorial es muy complejo y difícil, como todos. Aunque también hay mucha cultura decimonónica. Y muchas mujeres con súper jefes hombres. La última mujer que tuvo mucho poder editorial fue Imelda Navajo, que estaba en Planeta. Llegó muy alto, una profesional muy interesante. Después creó Esfera de los Libros. Es una editorial muy seria, saben lo que hacen y han ido creciendo con esta mujer, que aún la recuerdan en Planeta. Hay pocas mujeres directoras de editoriales. 

P.- ¿Hay diferencia en la visión de una mujer y un hombre a la hora de escribir?

R.- No lo creo. Para mí, la sensibilidad no tiene género. Tiene vida, pero no género. Pero, en mi experiencia, llegan muchos más manuscritos de hombres -el doble o el triple- que de mujeres. No sé por qué, siempre me lo he preguntado. Pero he constatado que es así.

P.- Cada vez se tratan en literatura más temas que afectan a la mujer actual, también por parte de autores masculinos.

R.- La novela femenina es un género en sí mismo. Por ejemplo, el último Premio Planeta (Lejos de Louisiana, de Luz Gabás) marca por dónde irán las percepciones en el próximo año. Es un buen termómetro para saber qué se está moviendo. Si la ganadora es una historia del siglo XVIII y con amor, y la finalista es también una historia de mujeres desde otra perspectiva, pues ahí está. Las historias de mujeres interesan. Además, hay que recordar que la mayoría de lectores son mujeres y compran más libros. Entonces, si eres una editorial, quieres venderle a esta mayoría. Cada vez hay nuevas voces, nuevos temas. La cultura es un órgano vivo, no se estanca. Evoluciona y cambia con la sociedad. Lo que nos interesa hoy, no nos interesaba hace diez años. 

P.- ¿A Jimena Fer, qué le interesa en literatura?

R.- Mis gustos personales no tienen nada que ver con las cosas que leo. Una editorial que me encanta es Alpha Decay, me gustan los autores muy literarios. Me apasiona cuando un autor propone estilísticamente algo diferente. Pero en España, aparte de Anagrama, hay pocas editoriales que busquen esto. Por ejemplo, Javier Pérez Andújar. O como hicieron los del Grupo Nocilla, como hace Germán Sierra, como hizo Casadellas. Y me gusta mucho la poesía. 

P.- ¿Por qué decides apoyar a los autores noveles a construir sus novelas a través de tus cursos?

R.- Esto nace directamente de mi experiencia en las cribas editoriales de Planeta. Hay mucha gente con muchas ganas de escribir y que no tienen ni idea de narrativa. Y cuando haces las cribas de manuscritos que valen la pena, el porcentaje es muy bajo. Y hay meses que no hay nada. Y me pregunto cómo puede ocurrir esto en un país como éste, que tenemos de bestsellers a autores magníficos, como Landero, Aramburu, Almudena Grandes, Rosa Montero… Somos un país de primera categoría. Con una novela histórica espectacular, tanto de entretenimiento como más literaria. Tenemos una editorial como Edhasa, sólo de histórica, con un catálogo buenísimo.

P.- Entonces, ¿a qué se debe esa baja categoría de los manuscritos?

R.- A falta de formación y a creer que escribir es simplemente ponerse a escribir porque tienes una idea. Y es mucho más complicado que eso. Falta información. Empecé a dar toda esta información por Twitter y la gente alucinaba. Y yo alucinaba con que alucinaran, porque yo vengo de un mundo donde muchas de las cosas que yo comentaba se dan por sentadas. Falta una cultura básica narrativa. Tristemente, en la escuela no se permite la libertad creativa y todo son ‘redacciones de boli rojo’ y eso no es escribir. Hay mucha gente con ganas de escribir, no tiene ni idea de cómo y no existe esta idea generalizada de formarse para escribir. Hice varios cursos gratuitos para probar cosas y luego empecé. Me asombra lo poco que se sabe de narrativa. La narrativa tiene unas leyes preciosas y códigos maravillosos que nacen de siglos de escritura. En España se creó la novela, que la creó Cervantes y todo eso está en el ADN de cada escritor que se sienta a escribir. Lo que me rebela es que no haya educación en este sentido. 

P.- Quizás España no le ha dado el suficiente valor a ese patrimonio cultural que atesora.

R.- Ni espacio, ni conocimiento, ni nada. Tampoco se le da valor a la creatividad.  

P.- ¿Algún editor te ha valorado este trabajo que estás haciendo con los noveles?

R.- Un editor nunca te dirá que tu trabajo es útil. Te dirá que ‘eres la mejor’ o cosas por el estilo, pero a mí me da igual que me digan que soy la mejor. Yo lo que quiero son condiciones de trabajo dignas y eso es difícil en el mundo de la cultura. España también es un poco así.

P.- Este curso a los noveles les aporta herramientas muy útiles, técnicas narrativas desconocidas para ellos… Pero, ¿qué te aporta a ti?

R.- A mí me aporta diversión, me estimula, me entusiasma. Es súper bonito explicar lo que sabes a alguien y que le sirva. No hay nada mejor. 

P.- Tienes una vena educadora, también.

R.- Antes estaba en enseñanza y me gusta. He vivido en muchas partes del mundo enseñando y haciendo formación de profesores. Me gusta y se me da bien. Es un trabajo en el que siempre aprendes cosas nuevas, permite un intercambio muy rico con la gente. Eso no tiene precio. Enseñar es comunicar e intercambiar y todos aprendemos. Cuando eso se da y lo facilitas, desgranas algo que es muy difícil, que alguien llega a entenderlo y manejarlo, capacitas a esa persona. Cuando capacitas a alguien, te capacitas a ti mismo. Es algo de ida y vuelta. Es muy enriquecedor para el alma. 

P.- Durante estos cursos enseñas mucho, pero ¿qué has aprendido tú?

R.- Sobre todo, a simplificar lo difícil.

P.- ¿Has tenido ya la satisfacción de ver publicadas las novelas de alguno de tus alumnos o alumnas?

R.- Aún no, porque empecé hace un año y es muy pronto; para publicar un libro hacen falta tres o cuatro años. Sí he ayudado a muchísima gente a publicar, pero no acepto lo primero que me llega. Escribir para una persona es incluso sagrado; es un sueño. Y lo primero es no engañar, por más que la verdad sea dura. No se engaña a las cosas del alma ni a los sueños. Hay demasiado vampiro de sueños y es algo atroz. Capacitar a la gente para que puedan luchar por sus sueños por sí mismos, sí. Eso es lo que nos enriquece a todos. Cada vez que en el mundo hay una persona que alcanza sus sueños, el mundo es un poco mejor. Eso se hace con integridad y dignidad. Yo, de la vida, espero llevarme el haber acompañado a más de una persona a alcanzar su sueño, de forma independiente y fuerte. Vamos a luchar por eso y por hacer que la mediocridad sea cada vez menor y la excelencia brille y la gente alcance su máximo potencial. Es difícil, pero vamos a por ello. Eso sí que vale la pena.

P.- Y que el problema de las editoriales sea no saber qué manuscrito elegir.

R.- Eso no lo he visto en 17 años. Una editorial como Planeta tiene un cupo para los noveles que no tienen agente y no conocen a nadie. Se llaman ‘los espontáneos’. La industria editorial necesita autores noveles para ir renovándose y crecer. Hay espacio para la gente que quiere escribir, quiere escribir bien y son noveles. Los autores famosos algún día empezaron por alguna parte. Pero el conocimiento literario y del lenguaje cada vez es más pobre. Otro problema es la falta de curiosidad: España es un país donde preguntar está mal visto, porque es como si te enfrentaras a la otra persona. Preguntar es sanísimo. Si algo he visto en todos los autores profesionales que he conocido es que son súper curiosos. Hace falta a nivel educativo que la gente sepa expresar lo que siente. 

P.- También, en parte, procede del miedo a equivocarse si no se conoce un tema.

R.- Pero esto también viene de nuestra cultura y formación educativa. Equivocarse está mal visto, pero los errores son un gran camino para dar con auténticos diamantes. Porque el escritor es un buscador, y escribir es ensayo-prueba-error. No hay otra forma: arriesgarse, probar y tener la felicidad de probar por el entusiasmo ingenuo de descubrir algo. Venimos de una cultura de conquistadores y colonizadores, que la mayoría procedían de lo peor de la sociedad, que se aventuraban hasta el fin del mundo. Todas esas generaciones que se han aventurado al más allá no se reflejan en el día a día con la falta de curiosidad, con el castigo a la curiosidad, a preguntar, a pensar por uno mismo. La capacidad de análisis nos salvará, igual que la capacidad de sentir. No veo que eso se promueva. Bendito el error, la curiosidad, el entusiasmo, el descubrimiento…

P.- ¿Qué les dices a los autores noveles que quieren escribir el bestseller?

R.- No lo veo mal, me gustan los autores ambiciosos. Pero les diría: no te centres sólo en eso. Tienes derecho a soñar en grande, pero también tienes que trabajar, estudiar y ponerte a hacerlo. Y no rendirte ni a la primera, a la segunda o a la quinta. Para escribir bien hay que saber que hay que aprender. Escribir es entrega, no autoafirmación personal. Está el gran ejemplo de Víctor del Árbol: tardó veinte años en ganar el Nadal y la primera vez que le pasó algo a una editora, cruel y sarcástica, le dijo que dejara de escribir. Y Víctor del Árbol trabajó y siguió y es un autor muy ambicioso, que no para de escribir, trabaja muy en serio. Progresa, estudia, cada uno de sus libros presenta una propuesta estilística diferente. Para escribir un bestseller tienes que conectar con algo que es como un corazón palpitante en la sociedad del momento. Es inmanejable, porque el hecho creativo es frágil e inatracable, porque depende del misterio de la vida. Esa relación de un creador con el misterio de la vida es única y es una historia de amor que requiere una entrega total, entusiasmo y aprendizaje. Y tiempo. La obra de un autor siempre será mayor que sus amantes, sus amigos, su vida, su todo. Mientras sea verdadero y te pongas un horizonte superior, vas a seguir creciendo. Es una constante conquista del arte, una parte es oficio y otra es arte y eso se logra con el tiempo. 

P.- Estás terminando el curso actual para autores noveles, pero ofrecerás más. 

R.- De hecho, los alumnos del primer curso que hice, me pidieron un segundo nivel, en el que estamos trabajando aspectos más complejos. Están todos muy contentos. Eso a mí no me da vergüenza decirlo, porque es algo precioso. Para mí, mis cursos son diez personas implicadas y yo. Hay gente que trabaja 14 horas al día y el único día libre que tiene, viene al curso. Cada uno hace muchos sacrificios para asistir y eso tiene un valor inconmensurable. Es un orgullo y es una suerte inmensa poder hacerlo. Es un tesoro. Me cruzo en la vida de estas personas, ellos se cruzan en mi vida y juntos hacemos algo que vale la pena. Acabo un curso y ofrezco otro y siempre estoy buscando maneras, porque es donde más disfruto. Son muchas horas de trabajo, tutorías, preparar material personalizado… Es la misma pasión que entrego en tantos manuscritos, el mismo entusiasmo. No sé funcionar de otra manera. Creo que todo lo que sea crecer y acompañar el crecimiento de una persona, es una suerte tremenda. 

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