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La mujer cuidadora está expuesta a más desigualdad social

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Una mujer cuidadora, dando un paseo con una persona en silla de ruedas./ PIXABAY

La mujer cuidadora está expuesta a una mayor desigualdad en la sociedad española. Ésta es una de las conclusiones más relevantes del informe del Consejo Económico y Social (CES) Mujeres, trabajos y cuidados 2022. El informe pone de manifiesto una importante desigualdad de oportunidades para las mujeres debido a los cuidados familiares, que se ha ampliado con la pandemia de coronavirus. “La pandemia ha traído consigo un evidente giro de la vida de las personas hacia el hogar y lo privado, lo que lleva aparejados riesgos claros de retroceso de los avances alcanzados en las últimas décadas en términos de igualdad entre mujeres y hombres”, indica el informe.

“La falta de valoración del trabajo no remunerado que secularmente han desarrollado las mujeres en el seno de las familias está en el origen de muchas situaciones de desigualdad en el mercado de trabajo, que también desincentivan o devalúan la participación laboral de las mujeres y se proyectan en los sectores de los trabajos de cuidados, mayoritariamente ocupados por mujeres”.

La buena noticia es que, durante este tiempo, también los hombres han aumentado el trabajo no remunerado en las casas. Sin embargo, “esto no ha supuesto en ningún caso el cierre de las brechas entre hombres y mujeres en este ámbito”.

Planes de igualdad

Así, los redactores del informe recomiendan tener en cuenta el papel estratégico de las políticas activas para impulsar la plena igualdad de mujeres y hombres en el mercado laboral. Otra medida que proponen es cumplir los planes de igualdad en todas las empresas y administraciones públicas, así como avanzar en fórmulas que permitan la conciliación también a las mujeres que trabajan por cuenta propia y en los empleos de cuidados, además de favorecer a las más vulnerables.

Otra de sus recomendaciones es impulsar la representación femenina en sectores STEM, donde están infrarrepresentadas, para que sus logros educativos tengan un reflejo coherente en el mercado de trabajo y en sus carreras profesionales. Aumentar los servicios públicos de atención a los dependientes es vital para favorecer la mayor representación de la mujer en la vida profesional, destaca el informe. 

Obviamente, para alcanzar la igualdad real, los redactores del informe del CES expresan la necesidad de “aumentar la concienciación colectiva sobre la necesidad de lograr la corresponsabilidad entre hombres y mujeres en el cuidado no remunerado”.

La brecha digital

En cuanto a la independencia económica, la subida del salario mínimo interprofesional (SMI), el complemento contra la brecha de género en las pensiones o las medidas relacionadas con los planes de igualdad en las empresas y la igualdad retributiva ha servido para avanzar en la autonomía económica de las mujeres, según el CES. Aunque la pandemia ha afectado económicamente más a las féminas, indica el CES que las medidas de contención, como los ERTEs, han servido para demostrar la relevancia de las políticas sociales “para amortiguar el impacto social de la crisis”. 

En el ámbito de la digitalización, acelerado por la pandemia, los redactores del informe insisten en que “la brecha de género es especialmente preocupante en los sectores  STEM y las TIC.  La menor presencia y participación de mujeres en estos ámbitos tiene entre una de sus causas la persistencia de estereotipos de género, al interiorizar una serie de patrones acerca de la idoneidad respecto a estas materias”.

Por este motivo, el CES propone impulsar en todas las etapas educativas un modelo efectivo de enseñanza y aprendizaje de estas disciplinas a través de los cambios curriculares. 

El techo de cristal

El techo de cristal continúa siendo una realidad, de acuerdo al CES, porque persiste una importante infrarrepresentación en la carrera académica y científica. Por eso, el informe indica que es fundamental “atraer a más mujeres jóvenes a la ciencia, mostrando todas las posibilidades que ofrece la carrera investigadora y corrigiendo las desigualdades que se producen en los procesos de captación y selección del talento investigador o en el liderazgo y dirección de los proyectos”. 

Pero también indica la necesidad de garantizar “un entorno de trabajo igualitario, diverso e inclusivo, y promoviendo de manera efectiva la conciliación laboral y familiar para el personal investigador a través de la corresponsabilidad institucional”.

“Por otro lado, también son necesarios mayores esfuerzos para dar a conocer las posibilidades de desarrollo profesional que ofrecen las TIC y promover la incorporación laboral de mujeres al sector y, a la vez, avanzar en la detección de desequilibrios”, añade. 

La brecha digital de género es relevante. Alcanza, según el informe del CES, al 14% de las mujeres, y se agrava en el caso de las mujeres mayores, pero también de uso avanzado, pues persisten diferencias respecto a la actualización de los dispositivos tecnológicos, las nuevas aplicaciones y los programas avanzados, que implican desigualdades en términos de potencialidades y límites de uso.

Más tecnología

A ello se une la existencia de una brecha en relación a las competencias digitales más especializadas que son, a su vez, relevantes para la empleabilidad, ya que la digitalización permea a todos los sectores de actividad económica.

“Por ello -incide el informe-, parte de las actuaciones contempladas en el Plan nacional de competencias digitales deberían ir orientadas a proporcionar las competencias digitales necesarias y contribuir a superar la brecha digital de género”. Porque las competencias digitales son sinónimo de opciones para encontrar trabajo. 

Además, es fundamental que las mujeres se incorporen a la creación de la tecnología, por los riesgos que puede conllevar el uso de la inteligencia artificial con sesgo de género. En este sentido, el informe indica que “el uso de la inteligencia artificial debería evitar cualquier sesgo de género en los algoritmos, que deberían ser diseñados evitando estereotipos y prácticas discriminatorias”. 

Y asegura que “a ello contribuiría, sin duda, una mayor participación de las mujeres en el proceso de creación de la tecnología (programación y creación de códigos) y que se integre la transversalidad de la igualdad entre mujeres y hombres en todas las fases del proceso”.

Además, el CES propone avanzar en la equidad en los programas de transición ecológica y rural e impulsar medidas preventivas contra la pobreza energética para las mujeres.

Crisis de cuidados

No obstante, uno de los mayores problemas que revela el informe es la crisis de cuidados a la que se enfrenta la sociedad actual por la incorporación de las mujeres al mercado laboral y su acceso a unos mayores niveles educativos. Este cambio de las mujeres ha conllevado, a su vez, el cambio de las estructuras laborales, familiares y de género, suponiendo un desafío en la prestación de los cuidados, históricamente realizados por ellas en el ámbito de los hogares. 

La falta de corresponsabilidad en las familias, unida al reto demográfico, hacen imprescindible, según el CES, “consolidar una nueva economía de los cuidados” y “garantizar el acceso universal de las personas al derecho a ser cuidadas”. Esto, añaden el informe, “permitirá aliviar la carga de trabajo no remunerado de aquellas pero también profesionalizar ocupaciones especialmente feminizadas, como el trabajo doméstico y/o de cuidado de dependientes, en el contexto de una Europa cada vez más envejecida”.

“Las mujeres profesionales de la salud, conforman con su clara mayoría el pilar fundamental del sistema de atención sanitaria y sociosanitaria. Sería necesario reforzar la base profesional de ese sistema, para afrontar el cuidado de la salud de toda población”, indica el informe. Al tiempo, se hace referencia al cuidado de personas dependientes y a la necesidad de dignificar las condiciones de trabajo de quienes se dedican a estas labores. 

Por último, en cuanto a la violencia de género se hace hincapié en la necesidad de evitar la difusión de estereotipos a través de los medios de comunicación y las redes sociales, elemento innovador desde el que también ahora se ejerce la violencia contra la mujer. 

Como conclusión, se incita a aumentar la participación femenina en todos los órdenes sociales y “no solo hacer visibles las necesidades de las mujeres en clave de igualdad, sino establecer líneas estratégicas con medidas que impliquen las posibilidades reales de alcanzarla”.

Puede consultar el informe completo, aquí.

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